Columna de Carlos Arango Guerrero, creador de www.librolandiaperu.com

Hola, queridos lectores. Hoy les quiero contar que, en un encuentro con sus lectores, la autora Ali Hazelwood (conocida por novelas como La hipótesis del amor, Novia y muchos más) compartió una opinión que ha desencadenado una intensa polémica en redes sociales: dijo ser “team Gale” y calificó a Peeta como un personaje “inútil”. La declaración, hecha en tono relajado y entre risas con otras escritoras invitadas y la moderadora del conversatorio, fue suficiente para detonar una ola de ataques en su contra por parte de algunos lecotres y fans de Los juegos del hambre.
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Lo que empezó como una simple preferencia por un personaje ficticio terminó convirtiéndose en una tormenta digital que obligó a Hazelwood a cerrar su cuenta de Instagram. Esto no solo afecta su espacio personal, sino también una de sus principales herramientas para interactuar con lectores, recomendar libros y visibilizar a autoras emergentes. Si siguen a Ali, su cuenta era un canal activo de promoción literaria, en especial para voces que aún no logran llegar a un mercado editorial internacional.
Las reacciones evidencian un problema recurrente en ciertas comunidades lectoras: la dificultad de aceptar opiniones distintas dentro del terreno de la ficción. Peeta y Gale son personajes que generan pasiones divididas, y eso debería enriquecer el debate entre lectores, no transformarse en motivo de acoso digital
Creo que hay muchos lectores que deberían salir a tomar un poco de sol, porque el nivel de hate que está recibiendo Ali Hazelwood por opinar sobre un personaje ficticio es totalmente desproporcionado. En la lectura (como en la vida) hay gustos distintos: el personaje más amado por uno puede ser el más odiado por otro, y eso es parte de la experiencia lectora. Lo que dijo Hazelwood fue, claramente, en un contexto de broma, pues en el video que circula en TikTok se ve claramente riéndose junto a otras autoras y delante de sus propios lectores. Se notaba que se sentía cómoda, en un ambiente seguro.
Que una simple preferencia por Gale sobre Peeta se convierta en un motivo para silenciarla, solo demuestra lo tóxico que puede volverse el fanatismo cuando se pierde de vista que estamos hablando de ficción. La literatura necesita más voces, más espacios para el intercambio libre y respetuoso. Cancelar a alguien por una opinión sobre un personaje no solo empobrece el debate, también lo hace menos humano.
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