A veces pensamos que limpiar la biblioteca es solo sacudir un poco el polvo cuando nos acordamos o lo vemos, pero no siempre funciona así. Con el tiempo me di cuenta de que, si quería que mis libros me duraran más, tenía que ponerles un poco más de cariño. Y no hablo de dedicarles horas, sino de tener una pequeña rutina que haga la diferencia y, de esa forma, contar con un espacio agradable para la lectura.
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En mi caso, descubrí que lo ideal es darles una limpiada rápida cada dos semanas: pasar un paño por los estantes, revisar los lomos y asegurarme de que no haya manchas raras o señales de humedad.
Es algo sencillo, pero evita que el polvo se acumule y, sobre todo, que aparezcan hongos (que son los peores enemigos del papel, especialmente en ciudades como nuestra capital).
Luego está la limpieza profunda, esa que hacemos cada dos o tres meses. Aquí sí vale la pena sacar todos los libros, revisar uno por uno, aspirar el estante y dejar que el espacio respire. Es el momento perfecto para reorganizar, devolver al frente esos libros que los tenemos como «lecturas pendientes» y asegurarnos de que nada esté apretado.
En mi caso, me gusta pasar un paño húmedo de algún desinfectante con olor. Lo dejo secar y listo. ¡Acomodar los libros!

Bolas de naftalina o bolas de cedro
Hace un par de años, encontré en un centro comercial estas bolitas para repeler las polillas, para que mis libros no sean almuerzo de estos insectos. Lo cuestionable de este producto es su olor. En serio, algunos huelen a desinfectante de baño y otros tienen el olor raro y muy intenso.
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Yo opté con uno a olor a pino. Funcionó, pero el olor me desagradaba, era muy fuerte, pero cumplía su función. Mis estanterías permanecían sin un insecto mortal para ellos. Así que, fuera del olor, lo recomiendo mucho.
Si tus libreros están en tu sala, podrías optar por este producto, ya que es un ambiente más grande, pero para un cuarto pequeño, no sería buena idea.
Cuando lo haces así, sin presión y con calma, tu biblioteca cambia completamente. Todo se ve más ordenado, los libros se conservan mejor y hasta te provoca pasar más tiempo ahí. Al final, mantener una rutina sencilla es la clave para que tus libros sigan acompañándote muchos años y seguir disfrutando de buenas aventuras sin salir de casa.
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