Hola lectores, hoy les traigo una nota muy interesante y se trata de algo que muchos hemos pasado (me incluyo aunque no en gran escala) y es la «bibliomanía» que, gracias a la RAE, tenemos esta definición: «Propensión exagerada a acumular libros».
Aunque, en un principio, no se considera un trastorno mental, sí que puede llegar a ser considerada como un «síntoma relacionado con el trastorno por acumulación y con el Trastorno Obsesivo Compulsivo». De hecho, el considerarla un problema o no depende más bien de una «cuestión de grado» valorable según «la intensidad con la que se compra de forma compulsiva, el espacio que queda libre para moverse en la casa, las condiciones de higiene del hogar».

Es fácil confundir este término con «bibliofilia» que, no añade ningún tipo de connotación negativa comparado con el anterior ya que es una «afición a coleccionar libros, y especialmente los raros y curiosos». Se podría denominar como un coleccionismo saludable y que agrega un matiz de dificultad en su forma de conseguirlo.
Lo que ahora aparece tan bien diferenciado no era, sin embargo, tan distinto en los tiempos en que se originó el término. Según un artículo de Lorraine Berry en The Guardian coleccionar libros se convirtió en algo común, sobre todo en Gran Bretaña, entre los caballeros, llegando a derivar en una verdadera obsesión que llevó a uno de sus principales participantes, Thomas Frognall Dibdin, un clérigo y bibliógrafo inglés, a escribir el libro Book Madness: A bibliographical Romance, una sátira amable de las costumbres de aquellos afectados por esta neurosis.

Dibdin llegaría incluso a diseñar una lista de síntomas que reflejaban aquellos tipos de libros que se buscaban con más frecuencia: primeras ediciones, ediciones verdaderas, copias ilustradas, copias únicas, libros impresos en «black letter», etc. No fue difícil que lo escribiera, ya que el propio autor era un obseso de los aspectos físicos de los libros (encuadernación, impresión, tipos de letra).
En el mismo siglo XIX (1869) el Doctor Alois Pichler, de procedencia bávara, se convirtió en el bibliotecario de la Imperial Public Library en San Petersburgo (Rusia). Meses después de tomar el cargo, se descubrió que un número alarmante de libros estaba desapareciendo de la colección. En 1871, se encontraron más de 4500 libros en su poder, era, sin duda el mayor robo de libros del que se tiene recuerdo.

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