Si eres un apasionado de la historia de «La sirenita» tal como la presentó Disney en su adaptación cinematográfica, te sorprenderá descubrir lo oscuro que fue el verdadero trasfondo narrativo del libro original titulado «Den lille Havfrue» o «The Little Mermaid» de Hans Christian Andersen. En esta trama, nuestra protagonista enfrenta un destino mucho más trágico y conmovedor.
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Este clásico cuento de hadas, que vio la luz por primera vez en 1837, nos sumerge en una narrativa cautivadora que difiere considerablemente de la versión popularizada por Disney.
En la versión escrita por Andersen, la protagonista del cuento conoce al príncipe en medio de un naufragio. A pesar de la furiosa tormenta que sacude el barco, la sirenita logra rescatar al hombre, cuyo nombre permanece en el anonimato.
Después de llevarlo a la seguridad de una playa, al lado de un majestuoso castillo, una comitiva real se acerca al lugar donde se encuentran. Para evitar cualquier peligro, la sirenita se ve obligada a huir y refugiarse en una roca cercana mientras una hermosa mujer se acerca para socorrer al náufrago desconocido.
Este episodio despierta en la sirenita un ardiente deseo de regresar a la superficie y buscar al humano al que salvó, pero tal objetivo requiere medidas drásticas: debe buscar la ayuda de una bruja que reside en una misteriosa cueva.
La hechicera accedió a la petición de la sirenita, pero el precio que debía pagar era terrible.
«Nunca podrás regresar al mar. Si tu príncipe se casa con otra y tu corazón se rompe en mil pedazos… ¡Te convertirás en espuma de mar! Y por esta poción mágica, tomaré tu voz», enfatizó la criatura después de escuchar a la joven.
«Con cada paso que des sentirás dolor, como si caminaras sobre cuchillas afiladas, pero sin ninguna voz que te ayude a gritar y expresar el sufrimiento. ¿Aún quieres esto?», preguntó la bruja como última advertencia.
La sirenita aceptó todo y pronto se encontró en la superficie, caminando sobre dos hermosas piernas. La joven coincidió en el camino del príncipe humano al que había rescatado, y él la acogió en su palacio con cierta familiaridad. La convivencia los acercó cada vez más, pero el destino tenía otros planes para la incipiente pareja.
El rey deseaba que su hijo se casara con alguna joven noble, pero el príncipe se negó, pues amaba a la sirenita. Sin embargo, entre las mujeres casaderas se encontraba la doncella que había encontrado al náufrago en la playa, y el príncipe se sintió irremediablemente atraído por su ‘salvadora’.
Ante el inminente destino que le esperaba a la sirenita, la pequeña se resignó y, tras presenciar las nupcias de su príncipe y la joven, quiso arrojarse al mar para consumar su final. Pero sus hermanas sirenas emergieron de las olas y le explicaron que habían intercambiado sus hermosas y largas cabelleras por un hechizo: una caracola que contenía una terrible tormenta que ahogaría a los recién casados en el inmenso mar.
A pesar de todo, la sirenita se negó a llevar a cabo este acto malévolo. Con tristeza en el corazón, se lanzó al océano. Sin embargo, debido a su compasión y amor, los espíritus del aire le concedieron un lugar en el cielo, donde el alma de la sirenita encontró descanso después de su acto lleno de bondad.
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